martes, agosto 21, 2007

El elefante encadenado

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente:¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenia cinco o seis años yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:
- Si esta amaestrado, ¿por que lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mi alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal acepto su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree - pobre- que NO PUEDE.
El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...


Jorge Bucay

4 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno jess...en esta vida hay muchas cosas que creemos que no podemos hacer....lo mejor es dejar libre la imaginacion y hacer realmente lo que tengamos ganas de hacer.... no hay ser mas libre o con mas ganas de vivir que el hombre.... aunque tengamos muchas responsabilidades es importante que el tiempo libre lo usemos para ser realmente quie queresmos ser.... todos somos dignos de ser libres....y cada uno debe luchar por que no le quiten esa libertad....un beso y creo que quedo confusa la idea....vos me entendes...soy ezpezal...jaja un beso enorme para todas por ahi....te quiro....TU MANITO

Adrian Pegaso dijo...

Yo con mi historia de querer venirme a vivir a Mendoza y el intento fallido de la primera vez podria haber sido tambien un elefante... sin embargo... intente correr los recuerdo para volver a intentarlo.

Linda historia.

Bexos
Ad

Exequiel dijo...

Buena historia, bueno el blog. Me parece que todos hemos sido, somos o seremos un elefante alguna vez -o varias- en la vida... Lo bueno sería darse cuenta de ello XD
Saludos

Anónimo dijo...

q lección!!
Intentarlo de nuevo, cuantas veces sea necesario